El Barça ha vencido al Tenerife por 4-1 en el Camp Nou con goles de Lionel Messi (2), Bojan Krkic y Pedro Rodríguez. Román Martínez, jugador del Espanyol que actúa en calidad de cedido en el conjunto insular, había logrado el gol del empate transitorio en el marcador.
Sensaciones encontradas provoca este partido del Barça. A simple vista, alguien que no ha observado el encuentro puede concluir en que ha habido un desmadre en el Camp Nou. Fiesta loca. Jolgorio. Pero la primera impresión se enjuaga a la hora de revisar las alternativas del partido.
Hay dos aspectos clave. Los grandes errores de la zaga azulgrana en el primer tiempo, que han promovido el entusiasmo en el Tenerife de Oltra y la permanente "malamaró" que implica la presencia de Ibrahimovic en el ataque de los de Guardiola.
No es que me proponga centrar la crónica en Ibrahimovic, pero una vez han casi desaparecido del primer plano los fallos garrafales de la última línea, el sueco ha acabado siendo el protagonista del choque. Buena asistencia a Messi en el primer gol (¿quiso hacer eso o en realidad buscó el remate?), bajando un excelente centro de Dani Alves desde la derecha y luego... Y luego nada. "Res de res".
Se ha ido el espigado '9' sueco (reemplazado por Sergio Busquets), que no estará en el Mundial y entre Bojan, Messi y Pedro han armado el taco. Movilidad por aquí y por allá, alternancia de posiciones, presión desde la primera línea a los defensas rivales y encima, el inmenso Pedro hasta se ha permitido un sprint para abortar el que hubiera sido segundo gol del Tenerife.
La mala noticia es que todo equipo que llega al Camp Nou saca el libro de recetas y elige cocinar un 'Inter a la Mourinho'. Esto es, 'todos atrás y esperemos el error de esta gente que lo mismo suena la flauta'. Son los riesgos de asumir un estilo y una forma de entender el fútbol, diferente. Casi contraria a lo que mandan los cánones en esta actualidad que apenas entiende de otras cosas que no sean resultadismo puro.
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