Era una historia destinada a acabar con un final feliz. París se había resistido por dos veces a los acercamientos del Barça de basket, le había dado con la puerta en las narices tras llenarle de esperanzas tanto en 1991 (maldita Jugoplastika) como en 1996 (maldito Vrankovic, malditos árbitros). Pero a la tercera ha acabado claudicando frente a un equipo que enamora incluso a los rivales. "El Barça es un equipo que te atrae con su juego" había reconocido el propio Papaloukas en la víspera. La Ciudad de la Luz tampoco pudo resistirse a su encanto y ayer noche acabó rendida a sus pies. Barça, je t'aime!
Y es que el equipo de Xavi Pascual demostró, como lo hizo hace un año el de Pep Guardiola en Roma, que el deporte muchas veces es justo. Nos hemos cansado de oír que no siempre gana el mejor y que a un partido puede pasar de todo. Puede ser. Pero no ayer. En el Omnisports Paris-Bercy anoche se coronó al mejor equipo europeo de la actualidad, un conjunto que ha sido el mejor en el largo recorrido y también en el corto, un equipo que ha sabido estar a la altura de su enorme temporada en el momento decisivo. El apabullante 86-68 de ayer sobre el Olympiacos no deja lugar a dudas.
Ese fue el gran problema de los Barça de anteriores épocas, que firmó temporadas europeas de gran nivel pero que regularmente acabó estrellándose en este todo o nada que es la Final Four. Hasta once veces, con la de París (y sin contar la final de la Copa de Europa de 1984), ha llegado el equipo azulgrana a la máxima cita del basket continental y hasta ayer el club no podía presumir más que de un título de Euroliga. El basket no ha sido muy justo con el equipo que con mayor regularidad ha estado entre los grandes, pero esa mancha negra que suponía un revés tras otro en las Final Four parece que ya se está diluyendo. El Barça ganó ayer su segundo título –el primero lejos de casa– y ha triunfado en dos de las últimas Finales a Cuatro en las que ha participado (2003y 2010).
Pocas veces antes un equipo ha merecido tanto una Euroliga como la merecía este Regal Barça. Los azulgrana sólo han perdido dos de los 22 partidos disputados. Acabaron invictos (10-0) la primera fase, algo que sólo había conseguido el CSKA en 2005, y siguieron sumando victorias con paso firme hasta llegar a París, superando con éxito pruebas durísimas como las visitas a Montepaschi, Panathinaikos o Madrid. En el global de la temporada, el equipo de Pascual sólo ha perdido cinco partidos oficiales de los 62 jugados.
Y en el haber del Regal Barça no hay que anotar sólo las victorias sino también la forma en que las ha logrado, con un juego vistoso, imaginativo y espectacular, que ha conseguido despertar los elogios incluso de los enemigos, a imagen de lo que ha pasado en el fútbol con el conjunto de Pep Guardiola. El Regal Barça no sólo gana sino que también divierte.
Ayer le tocó a Navarro y a Mickeal, pero lo grande de este Regal Barça es que cualquier jugador puede erigirse en la estrella de un partido. El equilibrio de la plantilla es uno de sus secretos, así como la buena química que existe en el equipo. Buena química entre los jugadores, buena química entre los jugadores y el entrenador, buena química entre el entrenador y el secretario técnico...
A veces el deporte es justo. Ayer fue uno de esos días.
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