Pero no todo comenzó así. En un principio el partido se atisbaba tranquilo, con un tanteo mutuo lejos de la intensidad vivida en el partido copero. El Barça desplegaba su juego de manera pausada, sin prisas y sin ningún tipo de ansiedad, con la intención de irse metiendo progresivamente en el área rival e ir creando tímidamente cierto peligro. Por contra, el Real Madrid esperaba a verlas venir desde su campo sin imponer presión alguna, a diferencia de lo visto en los últimos partidos.
A los diez minutos, el conjunto azulgrana tenía su primera ocasión clara de gol en los pies de David Villa quién, tras una gran jugada, enmudecía al Santiago Bernabéu al efectuar un disparo desde la frontal que salía rozando el palo izquierdo por muy poco.
La tranquila presión a la que estaban sometiendo los culés a la zaga blanca se vio de nuevo premiada a los 24 minutos con la mejor ocasión del partido tras un disparo de Xavi, a pase de Messi, que Casillas desviaba demostrando sus buenos reflejos. El guardameta salvaba, por segunda vez, al Real Madrid.
El Madrid, lejos de amilanarse, fue cogiendo más protagonismo, aunque seguía sin querer el balón. Los blancos se iban acercando paulatinamente colgando balones en el área y con tiros de faltas como la ‘piscina’ de Di María que se tragó Stark hacia el min 36 y que le daba una valiosa ocasión a Cristiano Ronaldo para poner por delante a los blancos. Minutos antes, el mismo portugués había intentado sorprender a Valdés mediante un corner lanzado en corto, pero que Mascherano, hoy como central, desviaba.
La primera tangana apareció justo después, cuando el Barça parecía bajar el ritmo cosechado durante toda la primera parte con una falta sin sentido de Arbeloa a Pedro Rodríguez sin que hubiera balón de por medio. El banquillo azulgrana saltaba ante la acción, quejándose desde la banda ante tal agresión, mientras Mourinho, con cara de circunstacias, parecía ver lo que se avecinaba. Después de unos momentos de incertidumbre, Arbeloa era sancionado con una tarjeta amarilla. Esta vez, a diferencia de la Copa, no se salvaba. A partir de ahí, el partido fue calentándose. El juego fluido y tranquilo de la primera media hora dejaba paso a la crispación y a las faltas constantes de unos y otros. Ya en el descuento, Cristiano Ronaldo, molesto con sus compañeros por la falta de ayuda para tirar de carro, ponía a prueba los reflejos de Valdés en dos ocasiones seguidas que ponía los pelos de punta a la afición culé. El descanso empezó con una lamentable tangana entre banquillos, donde varios jugadores azulgranas increparon a Arbeloa por sus acciones. Totalmente censurable en todos los sentidos.La segunda parte empezó bajo la tensión vivida en los últimos compases de la primera parte. Lo peor es que esa tensión se fue alargando a lo largo de varios minutos, en los que las faltas se sucedieron en ambos equipos dificultando el juego y alterando, más si cabe los ánimos del estadio. El Santiago Bernabéu era una olla a presión e iba a más. Los jugadores azulgranas seguían buscando el gol, aunque de manera atropellada.
Pero el punto de inflexión se produjo en el minuto 61 cuando Pepe era expulsado con roja directa tras una dura entrada a la altura de la rodilla a Alves. Stark no dudaba y le expulsaba ante la atónita mirada de Mourinho desde la banda. Sus visibles quejas y el hecho de aplaudir y felicitar al cuarto árbitro ante una decisión que, a su entender, era equivocada, supuso su consecuente expulsión del área técnica y su no presencia en la rueda de prensa en Barcelona. Esta, junto a la acumulación de amarillas por parte de Sergio Ramos, provoca que las circunstancias del Real Madrid en el partido de vuelta sean más precarias; un buen argumento para el técnico luso para sus quejas.
A partir de ese momento, y con la entrada de Afellay por Pedro tras un golpe, el Barça consiguió los premios que, durante todo el partido, había estado buscando y las zancadillas blancas les habían evitado. Leo Messi volvió a ser el revulsivo del equipo, el que desatascó toda la tensión que ya estaba inmersa en el juego y el que atorga al conjunto azulgrana estar más cerca del sueño de jugar la final de Wembley. El primer gol llegaría en el minuto 76, cuando Afellay se marcaba una jugada por la banda derecha, se deshacía de la zaga blanca, y le daba el pase preciso al argentino para que batiera a Casillas. El estadio enmudecía por enésima vez en la noche, pero no iba a ser la última. Diez minutos después, Messi se marcaba un jugadón que culminaba en el segundo tanto de la noche.
Este óptimo resultado en la ida de las semifinales de Champions da al Barça una significativa ventaja, muy importante de cara al partido de vuelta y, lo que es más importante, para Wembley.
Fuente: Monica Mata (mundodeportivo.es)